Cuando queremos creer.
Me han dejado en el parabrisas del coche publicidad de un sanador africano. Un papel en el que se promete solucionar todo tipo de problema en el amor, la economía, la salud etc etc. Vamos, se trata de creer en un señor con pinta de Rafiki del Rey León que lanza un par de ungüentos salpicados con una plegaria esotérica y todo solucionado.
Y sin embargo, seguro que este curandero tiene su público. Porque la gente quiere creer. Cerramos los ojos a lo evidente y nos ponemos en las manos de soluciones mágicas. Pero, no nos engañemos, el ejemplo que te cuento es extremo, es cierto. Ahora bien, dime que tú (o yo) no nos hemos dejado convencer por ese aparato que te permitía adelgazar sin hacer ejercicio. En el fondo sabemos que no puede ser, pero las ganas de creer, o la pereza por hacer deporte, nos hace caer en la trampa.
Y todo esto que te acabo de contar, es algo con lo que los abogados constantemente lidiamos. Porque muchos problemas no aparecerían si aplicáramos un mínimo de sentido común. Porque muchos contratiempos se hubieran podido evitar si, con carácter previo, hubiéramos optado por hacer un esfuerzo, coger el toro por los cuernos, y no dejarnos llevar por la solución fácil.
Creer cerrando los ojos a la realidad.
Os pongo un ejemplo. Hablo con muchos dueños de inmobiliarias, y en una gran mayoría de los casos le tengo que explicar que, todos los contratos de arrendamiento que están haciendo por debajo de un año de duración son ilegales, papel mojado. Porque los contratos de arrendamiento de 11 meses, en su gran mayoría, son una leyenda urbana.
Hace poco, uno de ellos me explicaba que, si lo que yo le decía era cierto, su negocio era sencillamente inviable. Es decir, que si la la ley se aplicaba tal cual yo le indicaba, se encontrarían ahogados. Y no seré yo el que niegue que la correcta interpretación de la ley les deja sin mucho margen como empresa, pero eso no quita que puedan obviar la ley, como si no pasara nada, dejándose llevar por la falsa creencia (la leyenda urbana).
Porque por mucho que se repita una mentira, esta no se convierte en verdad. Y sí, a veces pudiera ser mejor creer que abrir los ojos (véase el capitulo de Jeremías Springfield de los Simpson), pero la realidad va a seguir siendo la misma con la que, tarde o temprano, te darás de bruces.
Así que, cuanto antes, olvídate de lo justo o injusto, deja a un lado creer en lo ideal y haz frente a lo que verdaderamente te rodea. Siempre digo que toca bailar con la música que hay, y si no es tu estilo preferido, pues toca fastidiarse y mover el esqueleto al ritmo que suena. Tatarear en tu cabeza otra melodía (creer que es otra la música que está sonando) solo te llevará a tener problemas estando fuera del compás.
Pablo Romero. Abogado en Granada.
Fuentes de «Cuando queremos creer»: foto de entrada, foto de pie
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