Nuestros padres se equivocaron.
Si eres de mi generación seguramente te grabaron a fuego que había que formarse para buscar un trabajo estable. Que la inestabilidad era una suerte de desdicha que solo avergonzaba a las cabezas más “descarriadas”
Y sin embargo, muchos amigos con cuarenta años se están replanteando su situación. Sin medias tintas. Porque se han dado cuenta que el futuro que nuestros padres nos prometieron con toda su buena fe es mentira. Da igual que tengas carreras y másteres para empapelar una catedral. Sencillamente ese proyecto de vida ya no existe. Antes, tras meter cabeza en una empresa, podías trabajar en ella durante 40 años.
Ahora, por desgracia, esto empieza a sonar utópico. La media de duración de los contratos indefinidos es de dos años. Ya no hay nada que celebrar.
Y ese es el problema. Nos hicieron creer que la inestabilidad era algo que había que evitar a toda costa. La demonizaron. Nos atemorizaron y nos hicieron débiles frente a ella. Pero esas enseñanzas ya no sirven para nada.
Porque las reglas del juego han cambiado. Ahora la inestabilidad es parte de la ecuación, de nuestra vida laboral. Y no querer verla o evitarla nos conduce inevitablemente al fracaso. Solo cuando, después de muchos golpes, hemos empezado a darnos cuenta de la nueva realidad, cuando hemos empezado a asumirla como algo natural, mirando a esta falta de seguridad a los ojos, de tú a tú, afrontándola sin miedo, conviviendo con ella, solo en ese momento hemos levantado cabeza.
Renovarse o morir. Cambio de mentalidad
Por eso hay tanta gente que empieza a ver la vida de otra manera e incluso renuncia a todo lo que, con tanto esfuerzo, había trabajado y peleado. Han dejado de perseguir sueños inalcanzables en los que no había futuro. Y en su lugar, con mucho coraje, empiezan a jugar con la inestabilidad, gestionándola, buscando otras alternativas que no hace mucho hubieran sido impensables. De cabezas “descarriadas”. Nuestros padres se equivocaron.
Vivimos tiempos laborales difíciles en los que el miedo paraliza, pero toca luchar por nuestros derechos, ser valientes y creer en nuestras posibilidades. 1 de mayo. Día del trabajo.
(Dedicado a todos esos padres que siempre buscaron lo mejor para nosotros, pero que nunca pudieron imaginar como, tristemente, la realidad iba a cambiar.)
Tristemente una gran verdad.
Fantástica reflexión.
Un saludo.
Gracias por tus palabras. Un saludo
La verdad sea escrita Pablo querido!
Los tiempos cambian y como siempre he admirado a un animal por su capacidad de adaptación, en concreto el camaleón. Tenemos que tener en nuestra cabeza algo muy claro que no sobrevive el más fuerte si no el que se adapta más rápido al cambio.
Un gran abrazo!