Un juicio: un cocido con múltiples ingredientes. El factor humano.
Dejadme que os cuente una anécdota. Eso sí, para que se entienda bien, tenemos que partir de la base de que yo vivo en Granada
Típico viernes por la noche, comienza el finde y mi familia y yo decidimos pedir pizza a domicilio; así que llamo por teléfono para hacer el pedido. Como en la pizzería se escuchaba mucho jaleo de fondo, a la hora de decirle la dirección de envío, con toda mi buena fe, decidí especificar al máximo para que no se confundieran (no fuera a comerse la pizza el vecino): «calle fulanito de copas, número catapún, 2 B de Barcelona«
Y en estas que, extrañado, el muchacho que me estaba tomando nota me dijo que lo sentía mucho, pero que en Barcelona no repartían… Totalmente verídico lo que cuento. Ya os imagináis que, entre risas, me tocó explicar que yo también era de Granada y que podía enviar la comida sin problema.
Esta anécdota, que no deja de ser un chascarrillo sin importancia, viene muy bien para ilustrar de lo que os quiero hablar hoy: que un juicio es un cocido con múltiples ingredientes.
Un juicio: un cocido con múltiples ingredientes. El factor humano.
Es evidente que, en un procedimiento judicial, el principal factor a tener en cuenta es el legal, que como el código civil o penal no te de la razón, lo tenemos complicado. Pero, por mucho que la ley esté de tu lado, si te pasas con la sal, aunque sea un poquito, no hay Juez que se lo coma.
Porque en un juicio intervienen múltiples variables y factores. Y uno de los más relevantes, y menos conocidos, es que se sepa contar una historia. Así de sencillo.
Me explico. En los Tribunales quien decide es una persona (osease, un juez/a) que, no estuvo presente el día de los hechos. Es de pero grullo.
Así que, a la hora de dictar la Sentencia, para poder decantarse en un sentido u otro, al margen del contenido de la ley, tiene que guiarse por lo que se le explica en el acto de la vista, de las explicaciones que las partes y los testigos puedan dar. Vamos, que lo tienes que convencer de que dices la verdad, de que tu versión de los hechos es la buena.
Y llegamos al quid de la cuestión, que mucha gente no sabe explicar bien las cosas, porque, de hecho, no es fácil. Si lo piensas, el motivo es sencillo: cuando has vivido determinadas experiencias (un accidente de tráfico, una estafa, etc.), las tienes tan nítidas en la cabeza que, a la hora de relatarlas, no lo explicas con suficiente claridad.
Te pongo un ejemplo. Cuando tarareas una canción. Mientras entonas las notas, tú estás escuchando de manera inmaculada la melodía, pero la persona que tienes en frente no sabe si estás tarareando la del Titanic o una de Camela ¿A que te ha pasado?
Como tú lo tienes nítido en la cabeza, cuando tú tienes toda la información, crees que con lo que dices es suficiente. Pero para la persona que te escucha, que precisamente no dispone de todos los datos (que, como le pasa al Juez/a, no estuvo el día de los hechos) quizás le estás hablando en chino.
O directamente, lo que para tí, con toda la intención de especificar al detalle, son palabras claras y cristalinas, para la persona a la que te diriges significa justo lo contrario. «B de Barcelona», para que no se confunda de piso y el pizzero se me va a otra comunidad autónoma.
Sin olvidar que, cuando se entra en un juicio, lo normal es ponerse nervioso, y al final el personal empieza a liarla parda, a contradecirse y termina reconociendo que fue el toro que mato a Manolete.
Así que sí, podrás tener legalmente todo a tu favor, pero, como no me canso de explicar a mis clientes, no olvides la importancia de saber contar una historia, de saber explicarte. O que, sencillamente, la otra persona te entienda bien, y comprenda lo que le quieres decir. En resumidas cuentas, el factor humano.
Y no será el más importante, pero ya sabes, un juicio es un cocido con múltiples ingredientes. Todo el mundo se fijará en los garbanzos, el chorizo, la morcilla…. pero pásate con una pizca de sal, solo una pizca, y ya no hay quien se lo coma, llevándote una bonita sentencia en contra de regalo.
Pablo Romero abogado en Granada.
Fuentes: foto de entrada, foto de pie
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