5 Tipos de accidentes de tráfico. Cómo evitar los más comunes.
Como abogado especializado en accidentes de tráfico acabas por aprenderte los típicos siniestros o “choquetazos”. Porque hay muchísimos accidentes, pero al final te das cuenta de que todos se reducen 5 o 10 conductas que se repiten.
Y es que por muy precavido que seas, cuando estamos al volante, hay conductas que todos repetimos. Ya puedes recordar a “Paseando a Miss Daisy” que caerás en el mismo error…. Salvo que lo conozcas de antemano. Salvo que dediques un minuto de tu tiempo en leerte estos consejos prácticos, basados en la experiencia de más de 10 años dedicado a este tema.
Por cierto, seguro que te reconoces en los 5 supuestos que describo.
1º Acceso a la rotonda
Estás esperando para incorporarte a una rotonda. Eres el primero en la vía, pero te toca aguardar a que los coches que circulan en su interior terminen de pasar.
Detrás de ti hay otros vehículos que, como si estuviéramos en la película Cars, parecen mirarte de malas maneras y decirte: “vamos tío, y métele caña que todos tenemos prisa”.
De pronto ves que hay un posible hueco. Que los coches que vienen por la rotonda están a una cierta distancia y aceleras mínimamente con la intención de acceder a ella.
En la práctica has movido el coche apenas 10 centímetros. Pero justo en ese momento te das cuenta que el coche que circula por la rotonda va más rápido de lo que imaginabas, y prefieres volver a pararte. Acabas de cavar tu propia tumba.
Porque lo que ocurre en la cabeza del que circula detrás de ti es que de pronto ve que tú aceleras, y él deja de mirarte, dando por hecho que tú ya te has metido.
Y lo que hace es volver a mirar al coche que viene por la rotonda, y piensa que si sale rápido le da tiempo (sigue mirando el coche que viene por su izquierda). Pisa a fondo el acelerador y “catacrack”, porque tú te habías parado.
La colisión por alcance (el típico “me han dado por detrás”) es el accidente más común. Te provoca un latigazo cervical que tardará en olvidársete.
Y en este caso, el “choquetazo” es evitable. Si vas a incorporarte a la rotonda merece la pena ser paciente y si no estás muy seguro no acelerar absolutamente nada. Si me muevo, que sea para no pararme un segundo después, si no, sencillamente no me muevo, y que piten los de atrás (sinfonía para nuestros oídos). Pero te asegurarás que el que te sigue no te deje el coche hecho un acordeón
2º. Dentro de una rotonda
Como el anterior, es un supuesto tan típico que de este caso hice directamente una entrada.
Te lo resumo en pocas palabras: vas por el carril exterior de una rotonda. Se acerca una salida, pero tú no tienes intención de cogerla, entre otras cosas porque, en contra de la creencia popular, no estás obligado a ello.
Pero el que va paralelo a ti a tu izquierda sí piensa que la vas a coger, así que, ni corto ni perezoso, gira a su derecha para ocupar tu carril y abandonar (piensa él que igualmente que tú) la rotonda: “catacrack”.
La solución es sencilla: cuando vayas dentro de una rotonda, fíjate siempre por el rabillo del ojo en el coche que va paralelo en el carril de tu izquierda.
Si lo ves con una cierta iniciativa (esto es muy difícil de explicar, pero si lo pruebas comprenderás lo que quiero decir) mejor disminuye un poco la velocidad, contando con la posibilidad de que de buenas a primeras se cruce (cosa que por cierto suelen hacer sin tampoco poner el intermitente).
Y, sí, está claro que en ese tipo de accidente tú llevarías razón, pero te merece la pena ser cauto.
A mí me ha evitado más de un golpe, y qué queréis que os diga, prefiero dejarlos pasar y que seguir mi camino a llevar razón, pero pararme a rellenar un parte amistoso.
3º. Atasco en la ciudad
Calle céntrica del centro de la ciudad de un solo carril. Tráfico colapsado, tienes varios coches delante de ti y otros tantos detrás. No hay manera de avanzar o moverse lo más mínimo.
Te das cuenta de que tu hijo se ha “soltado” de su sillita del asiento de atrás. Vas a bajarte un segundo para colocarlo bien. Último vistazo a los coches de delante. Siguen sin moverse. Detrás ni miras, siendo un solo carril, están tan atrapados como tú. Abres la puerta y “catacrack”.
La tensión del momento por el atasco hace que olvides que pese a que los coches no pueden moverse ni un ápice, las motos o las bicis sí que sacan un pequeño hueco entre los vehículos y la acera para ir avanzando y saltarse el embotellamiento.
Tú has abierto la puerta convencido de que no había peligro ….y te has llevado a una moto o a un ciclista por delante (bueno, más bien, por un lado).
La solución es sencilla: nunca te dejes engañar por esa sensación de colapso e inamovilidad de los atascos.
Porque eso es solo aplicable a los coches, pero no a las bicis y las motos. Así que mira siempre por el espejo retrovisor para evitar disgustos. Y cuidado con el ángulo muerto del espejo, con el punto ciego, que esa es otra.
Por cierto, esta situación se da también mucho cuando llevas a un amigo en el coche, y viendo el tráfico, de golpe y porrazo, decide bajarse con la típica frase de “me bajo que llego antes andando”, sin mirar, sin preocuparse.
Y tras impactar con la moto, la expresión “de golpe y porrazo” termina teniendo más sentido que nunca.
4º-Vías de desaceleración de la autovía
Un supuesto muy similar al que comentábamos antes. Te sales de una autovía y coges la típica vía de desaceleración, que conforme empieza a bajar acercándose a una rotonda se va ensanchando pasando a ser de uno a dos carriles.
En todas las ciudades ocurre que estas vías, si son un acceso común al centro, suelen estar colapsadas y toca esperar.
Pues mientras esperas y justo cuando estás en el punto en el que la vía comienza a ensancharse, y para avanzar un poco más, decides desplazarte mínimamente a la izquierda, para ir incorporándote al carril que se acaba de crear.
Y como los coches que llevas detrás no pueden acceder a dicho carril, porque sencillamente ellos aún no tienen espacio (no caben) tú giras sin mirar atrás.
De nuevo olvidando que las motos sí que caben. Y encima vienen de la autovía, así que suelen ir a una cierta velocidad. Por lo que al girar a la izquierda, “catacrack”. Igual que antes.
Que los coches no puedan moverse no significa que las motos no puedan rebasarnos.
Sirvan estos dos supuestos también de advertencia a los motoristas, para que en medio de una retención rebasen todos los coches que quieran (con esa cara maquiavélica de “ahí os coméis el atasco por ir en coche”).
Pero con precaución. Con una velocidad adecuada, que en caso de que algún coche se desplace o abra una puerta, tengan tiempo de reacción.
5º. Giro a la izquierda en carril de doble sentido
Circulas en una vía con dos carriles de sentido opuesto. Tienes que coger una calle sita a tu izquierda y para ello tienes que girar directamente en esa dirección, cruzando el carril contrario.
Vas frenando hasta que te paras. Vienen coches por el carril contrario y te toca esperar. Dejan de pasar momentáneamente. Solo viene uno a lo lejos. Piensas “me da tiempo”.
Miras por el espejo retrovisor central del coche: como es evidente, los coches de detrás están parados esperando a que tú gires para poder seguir su camino. Vuelves a mirar adelante. Aún hay distancia con el coche que viene de frente. Aceleras girando y….¿adivinas qué?. . ¡Correcto!: “catacrack”.
Igual que antes, te has confiado viendo a los coches parados, pero no contaste con la posibilidad de la moto (o de una bici). De la típica que va “cagando leches” entre los dos carriles. De nuevo la necesidad siempre de mirar por el espejo retrovisor izquierdo.
Como os decía, hay muchísimos otros tipos de accidentes. Pero al menos estos son evitables, siempre que tengas claro estas situaciones. De hecho, yo conduciendo tengo la sensación de ir como dos segundos por delante, en el sentido de que, como sé lo que la mayoría de los conductores hacen, me adelanto a sus movimientos, y eso me ha evitado más de un susto. Espero que a partir de ahora a ti te pase lo mismo.
Si no has podido evitar el accidente te aconsejo que leas los pasos a seguir tras el mismo.
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Pablo Romero, abogado especialista en accidentes de tráfico