Accidentes en rotondas. La rotonda es redonda.
De todos es sabido que las rotondas son mundo aparte, ciudad sin ley. Un sálvese quien pueda en las que vale todo.
Una de las creencias mas extendidas es que cuando vas en el carril exterior estás obligado a abandonar la rotonda por la siguiente salida. Que si ocupas ese carril es porque tienes intención inmediata de salirte. Y no es cierto. Sí, pudiera ser lo más cívico, como también lo sería ceder el asiento a una embarazada. Pero, tanto en un caso como en otro, convendrás conmigo que no siempre se hace.
Además, ya os digo que por normativa no hay obligación alguna de coger la primera salida cuando se ocupa ese carril. Si no me creéis, fijaros en los coches de las autoescuelas, por dónde circulan dentro de la rotonda. Tened en cuenta que en estos coches se conduce cumpliendo escrupulosamente la ley y con la cara de susto al volante (madre mía, que mal se pasaba).
Conclusión: el coche que circula por el carril exterior no tiene porque salirse. Pero el personal no se quiere enterar. Así que van conduciendo por su carril interno y cuando se acerca su salida dan el volantazo a su derecha, cruzando el carril exterior y “santas pascuas”. A ti, que circulas por ese carril, te toca dar el frenazo de turno para no comértelo. Y no le pites, que el respetable es muy sensible y se molesta.
Pero si no da tiempo a frenar llega el “choquetazo” y la culpa siempre será del que se cruzó cambiando de carril (por mucho que él grite y maldiga), porque el que circulaba por el exterior (por su carril) tiene preferencia al que se cruza. Tan simple como eso.
Y aquí es donde viene el timo de la estampita. Las aseguradoras han podido comprobar que hay gente que se dedica a dar vueltas y vueltas en el carril exterior a una velocidad lenta, dando a entender al que circula por el carril interior que, como va un poco adelantado, le dará tiempo a cruzarse y coger la salida.
Entonces, en cuanto ven que va a girar aceleran un poco y “catacrack”. Luego dicen que ellos iban por su carril y que ha sido el otro el que temerariamente se ha girado, siendo prácticamente imposible demostrar que en realidad han sido ellos los que han provocado (con muy mala fe) el accidente.
Y se sacan un dinerito, un dinerito muy “ganso”. Porque, por supuesto, en el coche va la familia entera (la madre el padre, los niños, la abuela y el canario) y todos piden su indemnización a la compañía por un latigazo cervical.
Así que te doy un consejo: si vas por el carril interior, quieres coger una salida y no tienes claro si te dará tiempo a cruzarte sin chocarte con el coche que viene por tu derecha simplemente recita este pareado (póngase voz de trovador):
“la rotonda es redonda, es redonda la rotonda”
No giras, sigues pa´lante y das una vueltecita más a la misma. Porque, sí, querido lector, la rotonda, mira tú qué cosas, es redonda y en menos de un minuto volverás al mismo sitio, a la misma salida. Es cierto que te vas a marear un poco pero te evitas un accidente seguro en el que tú serás el culpable. Merece la pena.
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[…] Como el anterior, es un supuesto tan típico que de este caso hice directamente una entrada: la rotonda es redonda, es redonda la rotonda. […]
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